El coste medio en energía de una vivienda se llega a multiplicar por diez en función de la clasificación energética
5 de marzo de 2015.- Más de la mitad de los inmuebles a los que se ha realizado un certificado energético (58%) están en los dos últimos niveles de la clasificación energética (en escala de letras entre la A y la G) y sólo un 0,07% obtiene las clasificaciones A y B. Estos datos están extraídos de los más de 40.000 inmuebles -en su mayoría viviendas en stock en proceso de comercialización- en los que , filial de Tinsa, ha realizado la certificación energética desde que entró en vigor la norma, a mediados de 2013. Cantabria y La Rioja son las comunidades que presentan el stock de vivienda más eficiente, con una letra media de E. El centro peninsular y Cataluña exhiben mayoritariamente de la E a la G, que supone un gasto medio más elevado.
Estos datos muestran de forma nítida el bajo nivel de eficiencia energética del parque inmobiliario español que, en sentido positivo, permiten augurar el enorme potencial que se abre para la rehabilitación energética y funcional de edificios.
Según Tinsa Certify, la relativa juventud de la nueva norma y el que su aplicación se limite al parque de inmuebles en comercialización (venta o arrendamiento) explica que aún no haya calado en la sociedad española la importancia de la calificación no solo en el nivel de gasto anual, sino también respecto a su relación directa con el valor del inmueble.
Esta clasificación energética tiene una traducción económica: la del coste anual de la energía necesaria para garantizar un nivel de confort medio. Aplicado al caso de una vivienda media en la zona climática de Madrid capital, el estudio de gastos medios en función de su calificación para una vivienda media de 100 metros cuadrados útiles con una antigüedad próxima a los 50 años sería el que refleja el Gráfico 2, en el que se puede apreciar que una vivienda de clasificación G gasta diez veces más que una clasificada A.
EFICIENCIA ENERGÉTICA Y MERCADO INMOBILIARIO
La cuantía de gasto de energía es ineludible e incide directamente en la capacidad de endeudamiento del comprador. Afecta, por tanto, al esfuerzo financiero asumible por los demandantes de vivienda. Por este motivo, en Tinsa Certify afirman que los precios del inmueble terminarán por ajustarse a la baja en viviendas poco eficientes y al alza en inmuebles más eficientes que la media. Es lo que, de hecho, se está empezando a apreciar en inmuebles terciarios destinados a su explotación como actividad empresarial. También los gestores institucionales de grandes paquetes de viviendas en arrendamiento ya están considerando el nivel de eficiencia energética un elemento fundamental en su esquema de rentabilidad.
Tinsa Certify opina que se hace necesario, por tanto, valorar el coste energético con mayor realismo. El nivel de eficiencia energética (y su nivel de gasto asociado) debería considerarse como un parámetro más en la toma de decisiones sobre vivienda. A este gasto habrá que sumarle luego el resto de costes anuales ineludibles, como son, en el caso de inmuebles adquiridos con financiación ajena, la cuota hipotecaria, y los impuestos sobre la propiedad (IBI y tasas de basuras).
Solo este análisis riguroso permitirá reconocer cuál es la opción más económica a largo plazo y el inmueble con mayores posibilidades de revalorización, que no siempre será el que inicialmente parecía más atractivo.
Dejando a un lado el hecho de las Administraciones ya han comenzado a imponer sanciones de hasta 600 euros a aquellos propietarios con viviendas en alquiler que no han solicitado el correspondiente certificado energético, Tinsa Certify recuerda que cumplir este requisito puede aportar ventajas relevantes para el bolsillo de los usuarios, ya que la certificación energética ha de incluir necesariamente las medidas de mejora que permitan, con inversiones razonables, obtener menores consumos de energía y menores emisiones de gases.
Entre las razones que justifican la conveniencia de contar con un certificado., independientemente de los casos impuestos por la normativa (venta y alquiler) están el ahorro energético que supone para el usuario, el mayor atractivo para el comprador, el aumento de la comodidad a menor coste y la diminución de la emisión de gases con efecto invernadero.
AHORRO ECONÓMICO PARA EL USUARIO
Las medidas de mejora energética conducen a ahorros económicos. Si en la vivienda se produce un gasto anual de 2.200 € y tras la aplicación de alguna corrección se pasa a un consumo de 600 €, se está obteniendo un ahorro anual de 1.600 €/año. ¿Y cuánto es necesario invertir para lograr ese ahorro? En gran parte de las ocasiones (consideremos una vivienda de 100 metros cuadrados) las inversiones no superan los 3.000 €. Es decir, que se recuperaría en menos de dos años vía reducción en gasto de suministros cuando la vida útil de estas medidas es superior a los 15 años.
UNA VIVIENDA EFICIENTE ES MÁS ATRACTIVA PARA EL COMPRADOR
La inversión en mejorar la eficiencia energética contribuye a incrementar el valor del inmueble. Si ahorramos 1.600 €/año y la inversión realizada está activa unos 15 años habremos ahorrado 24.000 € con una inversión de 3.000 €. Este ahorro futuro es un activo económico de la vivienda, que se traduciría en un "mayor valor" frente al que tendría si no se hubiera realizado la reforma.
Lógicamente, en un futuro próximo, este incremento de valor potencial que producen unas instalaciones más eficientes pasará a formar parte indisoluble del valor del inmueble y será percibido por los ciudadanos a la hora de decidirse por la compra o alquiler de una vivienda de mejores condiciones energéticas.
INCREMENTAR LA COMODIDAD GASTANDO MENOS
La climatización ideal de nuestra vivienda depende tanto de las fugas de energía por paredes, ventanas, puertas... como de la generación de la energía precisa para conseguir una situación de confort. Si las pérdidas son altas, necesitaremos mayor cantidad de energía para mantener la misma sensación térmica en el interior.
Si la energía consumida es cara (inmuebles con instalaciones anticuadas y de escaso rendimiento), el usuario tenderá a reducir su periodo de funcionamiento para no disparar el consumo (gasto). Lo ideal es buscar un equilibrio entre comodidad y consumo, reduciendo fugas de energía e instalando máquinas eficientes. Hoy en día se pueden instalar a precios muy razonables sistemas que permiten obtener en el entorno de 4Kwh por cada Kwh consumido y materiales aislantes que permiten reducir las pérdidas a menos de un 30%
EVITAR EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO
La emisión de gases de efecto invernadero perturban las condiciones de salubridad de nuestro entorno, especialmente en las grandes ciudades, produciendo un incremento notable de las afecciones pulmonares. A medio plazo causan un deterioro de la atmósfera que se traduce en la disminución de la capa de ozono y la aceleración del cambio climático.
El certificado energético calcula el nivel de emisiones que genera el inmueble. En una vivienda de unos 100 m2, en Madrid, las emisiones de CO2 estarían alrededor de 7.000 kg/año. Es decir, siete toneladas al año.