Madrid cuenta con 1,5 millones de m2 de pisos residenciales utilizados como oficinas, un volumen que, en caso de destinarse nuevamente a vivienda, permitiría incorporar alrededor de 25.000 unidades adicionales al mercado residencial. La cuestión fue planteada en un encuentro con periodistas organizado por la Asociación Española de Oficinas (AEO), en el que se subrayó que estas superficies restan capacidad al parque de vivienda de la capital al tiempo que generan competencia desleal frente a los edificios concebidos como oficinas, que deben cumplir con mayores requisitos técnicos y de eficiencia.
El presidente de la AEO, José María Álvarez, destacó que el debate sobre este uso no ha tenido hasta ahora el mismo eco social que los pisos turísticos, regulados en Madrid por el Plan RESIDE, dado que la presencia de empresas como inquilinas suele ser bien recibida por propietarios y comunidades al aportar estabilidad y evitar problemas de convivencia o impagos. Sin embargo, insistió en que recuperar estos espacios para su función original contribuiría a aliviar la escasez de vivienda en la ciudad y a ordenar el mercado de oficinas, concentrando la actividad en inmuebles específicamente diseñados para este fin.
Transparencia y certificaciones reconocibles
Más allá de esta propuesta, Álvarez recalcó la necesidad de avanzar en transparencia de datos y en la implantación de certificaciones reconocidas que garanticen estándares homogéneos en el mercado. Según se se habló durnte el encuentro, el producto que se comercializaba hace años muchas veces ni siquiera se sabía cuánto medía. Ahora se ha consolidado un modelo de calificación que supera ya el millón de m2 certificados. "No podemos caer en la proliferación de sellos poco reconocibles; es necesario un estándar claro y aceptado por todos”, apuntó.
La asociación también puso en valor el dinamismo del sector a través de iniciativas como los premios AEO, que en la última edición recibieron 184 candidaturas, una cifra que refleja, según Álvarez, que las oficinas siguen siendo uno de los productos más sólidos del real estate en España, tanto desde el punto de vista arquitectónico como de inversión.
La oficina como motor de la ciudad
La situación del sector se abordó también en perspectiva histórica. “Las oficinas iban a morir en 2020 y han resucitado”, recordó Álvarez, subrayando que la pandemia aceleró cambios que ya se venían gestando, ligados a los efectos de la pandemia, la digitalización, las nuevas generaciones y la cultura del trabajo. Cinco años después, añadió, el mercado de oficinas muestra un punto de inflexión con tasas de ocupación récord tanto dentro como fuera de la M-30, niveles de contratación cercanos a los de 2019 y un papel renovado de la oficina como espacio de socialización, productividad y retención de talento.
Álvarez señaló que, si bien el teletrabajo y las tecnologías han ganado peso en los últimos años, las empresas siguen necesitando espacios físicos para cohesionar y desarrollar a sus equipos. No todos los profesionales, apuntó, pueden mantener un modelo nómada de forma permanente, lo que explica el retorno progresivo a las oficinas y su consolidación como iconos urbanos al mismo nivel que otros símbolos culturales de las ciudades.
Usos mixtos y resiliencia del sector
En este contexto, se puso sobre la mesa una de las claves del futuro del sector, que pasa por su integración en desarrollos urbanos de usos mixtos, donde las oficinas convivan con vivienda, retail y espacios de ocio. Esta convivencia no solo refuerza la resiliencia del producto oficina, sino que potencia su capacidad de crecimiento y su papel en la atracción de empresas tecnológicas y hubs internacionales. Proyectos como Madrid Nuevo Norte, en la capital, o la regeneración de Zorrotzaurre en Bilbao, muestran cómo este tipo de planteamientos contribuyen a la competitividad de las ciudades y al dinamismo económico.
Álvarez manifestó que “España tiene un gran potencial para crear y retener talento, y para ello necesitamos no solo atraer empresas, sino ofrecer una infraestructura preparada, que acompañe a las ciudades en calidad de vida”.
Agilidad normativa y retos pendientes
Por último, el presidente de la AEO insistió en que la flexibilidad normativa y urbanística será clave para dar respuesta a las necesidades de vivienda y de espacio de trabajo. Señaló que los procesos urbanísticos excesivamente largos terminan por desincentivar proyectos y reclamó mayor agilidad para poder acompasar la transformación urbana a la velocidad que exige el entorno económico y laboral actual.
Entre los retos pendientes, además de la calificación del suelo, Álvarez subrayó la urgencia de avanzar en conversaciones con las administraciones locales y autonómicas para crear sistemas de medición claros y fiables, similares a los existentes en vivienda. “El gran problema de la industria sigue siendo la falta de rigor en los datos. La transparencia es una obsesión personal y debería ser también una prioridad colectiva para el sector”, concluyó.