La rehabilitación urbana se ha convertido en el núcleo del debate sobre el futuro de las ciudades. Regenerar los centros urbanos, solucionar la movilidad, asegurar la calidad de vida o garantizar el acceso a la vivienda son cuestiones tan trascendentales como apremiantes. Sin embargo, si esas políticas se limitaran a la almendra central la ciudad no serviría adecuadamente a sus vecinos. Reformar el centro siempre es tan bueno como necesario, pero mejorar simultáneamente la periferia también lo es y alcanza a un mayor porcentaje de la población. Solo así se garantiza un desarrollo uniforme del conjunto, se fomenta el equilibrio de la ciudad, la vivienda será mucho más asequible y los nuevos sistemas de movilidad estarán mejor conectados, serán más eficientes y sostenibles. Por lo tanto, si bien la rehabilitación de los centros de las ciudades es obligada, resulta igualmente necesario complementarla con nuevos desarrollos, porque así la ciudad en su conjunto crecerá de forma armónica, equilibrada y bien planificada.
Valdecarros es un excelente ejemplo de lo que los nuevos desarrollos pueden aportar a la ciudad y a sus vecinos. En los próximos 20 años, Valdecarros, un nuevo barrio de Madrid, contará con más de 50.000 viviendas, una tercera parte de la nueva vivienda prevista. En su mayoría tendrán algún tipo de protección y se inscribirán en un barrio planificado hasta su último detalle. La movilidad, las infraestructuras y las zonas verdes serán sustancialmente mejores que en la media de la ciudad y todo el desarrollo estará enmarcado por uno de los cierres del Bosque Metropolitano, el nuevo pulmón verde que rodeará toda la ciudad.
Por eso, si hablamos del Madrid del futuro hablamos de Valdecarros. Un barrio planificado pensando en las personas y pensado para dar servicio a sus vecinos y ayudarles a conseguir sus objetivos vitales.