A la hora de analizar los sectores preferidos por los inversores en 2023, resulta imprescindible hacer referencia a la situación macroeconómica. Hace apenas un año, el Euribor se encontraba en tasas negativas después de haber mantenido unos tipos de referencia anormalmente bajos durante toda la década anterior. Esta situación cambió radicalmente a partir de la segunda mitad del año, cuando los bancos centrales comenzaron a incrementar las tasas de referencia hasta niveles no vistos desde antes de la crisis financiera para controlar los niveles de inflación.
Esta situación ha tenido un impacto directo en el mercado inmobiliario, aunque cabe distinguir entre el mercado de capitales y los indicadores operativos. El impacto en la demanda de espacios, la ocupación o las rentas ha sido relativamente limitado, ya que en la mayoría de los sectores los indicadores de actividad siguen siendo positivos. El control de la inflación y la estabilidad del empleo serán claves a la hora de determinar la evolución de estos indicadores a corto plazo.
La situación es distinta en lo relativo al mercado de capitales. El encarecimiento de la deuda ha tenido un impacto directo en los yields inmobiliarios y los inversores han tenido que revisar sus hipótesis de inversión. El número de transacciones ha disminuido radicalmente y el mercado se ha ralentizado. En este entorno de incertidumbre los inversores siguen apostando por aquellos mercados en los que se percibe una mayor seguridad en la operativa y, por tanto, una mayor estabilidad en las rentas y flujos de caja.
Esos sectores continúan siendo el residencial y la logística (Beds & Sheds). En ambos casos, se sigue observando una fuerte demanda de ocupación y una oferta de calidad limitada, lo que genera buenas expectativas de retorno, sobre todo en activos de más reciente construcción