Ricardo Martí-Fluxa, presidente de ACI
El año que está a punto de acabar ha confirmado que el sector inmobiliario español es sólido y ofrece una perspectiva positiva en el futuro. Estamos viviendo un momento de inflexión, de cambios sociales y económicos que están transformando los espacios en los que nos movemos, la manera de hacer las cosas y de entender el entorno que nos rodea. Nuestra forma de hacer la compra, leer un libro, informarnos o acudir al trabajo son hoy muy diferentes a como lo hacíamos hace apenas una década. El sector inmobiliario no es ajeno a esta realidad y tiene, de hecho, un papel fundamental en la planificación y el desarrollo de los nuevos espacios y usos que demanda la sociedad española. Las nuevas tendencias que estamos viendo en el sector de oficinas, con el incremento constante de inversión en proyectos de coworking, la apuesta de distintas promotoras por el build to rent o las cifras récord con las que el sector logístico ha cerrado el primer semestre del año (unos 500 millones de euros de inversión) son un reflejo de cómo están impactando las nuevas formas de vivir o trabajar en esta industria. Sin olvidar el coliving, que está empezando a aparecer con fuerza en las grandes ciudades.
Es precisamente en este escenario, con demandas cada vez más exigentes, tiempos breves y tendencias que cambian a gran velocidad, en el que las consultoras inmobiliarias pueden ser determinantes para que todos los agentes que forman parte de nuestro sector puedan anticipar, planear y desarrollar proyectos que vertebren una sociedad que se mueve muy deprisa. Son las consultoras inmobiliarias las que reúnen información, analizan el entorno y generan el conocimiento que permite entender en qué momento del ciclo estamos y qué está por venir. Pero, sobre todo, estas empresas tienen una visión conjunta del sector y del entorno en el que su actividad va a impactar. Y este impacto debe ser en positivo, ayudando a vertebrar los nuevos modelos socioeconómicos y generando espacios de valor que estén a la altura de cómo vivimos hoy y flexibles para adaptarse a cómo lo haremos mañana.
En términos cuantitativos, las previsiones señalan que la inversión en el sector inmobiliario podría cerrar el año en unos 12.000 millones de euros que, de confirmarse, superaría la cifra de 2018, cuando se alcanzaron los 10.000 millones de euros. La cifra total es el resultado de una serie de realidades que están consolidando a España como una plaza de calidad en cuanto a proyectos inmobiliarios. Así, por ejemplo, un reciente estudio ha situado a Madrid como la cuarta ciudad del mundo en cuanto a atractivo inversor por el dinamismo de su mercado inmobiliario. Por su parte, Barcelona continúa registrando cifras récord de inversión en oficinas y en los nueve primeros meses del año, la contratación de metros cuadrados de este tipo de activos alcanzó los 330.989, un 8,5 % más que en mismo periodo que el año anterior.
En cuanto a retail, la previsión es que en 2020 se consoliden proyectos de gran envergadura en ciudades como Madrid, Burgos o Palma de Mallorca. Los inversores continúan buscando ubicaciones estratégicas y todo apunta a que este interés va a continuar en los próximos meses, también por parte de los consumidores. De esta forma, España está configurando un entorno comercial muy diversificado, en el que las distintas opciones conviven y aportan valor.
Estamos, por tanto, ante la oportunidad de diseñar las ciudades del futuro. El reto es enorme, pero contamos con el conocimiento, la experiencia y la profesionalización de un sector que va a ser esencial en la planificación y desarrollo de los espacios en los que viviremos.