Avanzamos la idea de que no son planteamientos alternativos, pues ambos responden al objetivo de proporcionar vivienda para una demanda dada, y es lógico que junto a la regeneración se den proyectos de nuevos barrios, donde sea posible y necesario.
La regeneración urbana se abordó hace ahora dos años en el Real Decreto 19/21 de 5 de octubre, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y en él figura la implementación de la Agenda Urbana Española, y el Plan de Rehabilitación y Regeneración Urbana, tanto en ámbitos urbanos como rurales. En la norma se tiene en cuenta también la forma de financiación y avales públicos. Aunque pone énfasis en la eficiencia energética y la vivienda asequible, no cabe duda de que los 20.000 visados en el primer semestre de este año para rehabilitación suponen una actividad inmobiliaria que viene acompañada por acciones de mejora de calles y espacios urbanos.
En cuanto a los nuevos barrios, hay que considerar al menos tres cuestiones. Primera, la idoneidad de los terrenos en los que se desarrollan, teniendo en cuenta su exposición a riesgos derivados del cambio climático como inundación o incendio, vientos o la elevación de temperaturas. Hay que tener en cuenta que los primeros terrenos desarrollados urbanísticamente suelen ser los mejores. Segunda, tener como objetivo proporcionar una oferta significativa de vivienda asequible, lo que requiere la posibilidad de ir construyendo en fases. Con visión de futuro, algunas promotoras adquieren terrenos y operan en plazos relativamente largos.
Tercera, esta visión permite también planificar desde el inicio por parte de los responsables de las administraciones locales, pensando en infraestructuras y servicios que puedan ampliarse fácilmente a medida que se produzca el desarrollo, evitando la congestión por desplazamientos probables y cuidando que los compromisos establecidos como colaboración privada y pública se cumplan.