La innovación en los materiales de construcción constituye una pieza clave en la consecución de los objetivos de sostenibilidad de la Unión Europea, al estar directamente vinculados con la transición hacia una economía circular y descarbonizada. La Taxonomía europea, como instrumento para dirigir los flujos de capital hacia actividades económicas más sostenibles, considera la economía circular como uno de sus seis objetivos de contribución sustancial y la Ellen Macarthur Foundation ya espera que la transición hacia una economía circular produzca beneficios anuales de hasta 1,8 billones de euros para 2030, al reducir los costes de los recursos primarios y las externalidades negativas en sectores como el de la construcción.
Merece la pena reflexionar sobre si el sector financiero está empezando a captar la oportunidad derivada de los modelos de producción y consumos responsables vinculados a la economía circular. Los Bonos Verdes comprenden entre sus requisitos aspectos relacionados con la reducción, reciclaje y la gestión de residuos, así como el uso de productos eco-eficientes, del mismo modo que los Sustainability-Linked Loans and Bonds requieren que sus indicadores estén alineados con los principios de la economía circular. Sin embargo, puede que esto no sea suficiente, puesto que, según la OCDE, todavía se cuenta con una serie de limitaciones para avanzar hacia la circularidad, empezando por la falta de compromiso del sector privado o la falta de escala crítica para los negocios y las inversiones.
En cualquier caso, la senda de 2050 ya está marcada, por lo que las empresas deberán comenzar ya a planificar su contribución directa a la economía circular con una visión mucho más innovadora mientras que, al mismo tiempo, el sector financiero promueva el uso de instrumentos de financiación relacionados con la circularidad, ambos aspectos clave para desprendernos, al fin, del modelo tradicional de producción y consumo lineal.