Desde AltamarCAM llevamos cerca de una década invirtiendo en España en sectores inmobiliarios que están experimentando un proceso de “hotelización”, entendido como la introducción de mayor gestión, distinta configuración de los espacios y nuevos modelos de servicios sobre sectores más tradicionales. Desde residencias de estudiantes hasta residencias de mayores, pasando por el segmento residencial, están experimentando este proceso de transformación.
La vivienda está evolucionando desde un “simple” espacio para vivir a un producto con una amplia gama de servicios, configuraciones y experiencias, ajustadas a las necesidades de cada segmento de población. El coliving es un ejemplo de esta evolución. Este modelo operativo complementa la oferta de espacio de vivienda con una serie de atributos muy demandados como la flexibilidad, mediante contratos de corta y media estancia, amplias zonas comunes, como coworking, gimnasio, cine o piscina, y sentimiento de comunidad.
La demanda por estos formatos está en auge, en especial entre la población de jóvenes profesionales y personas que se instalan a vivir, al menos durante una temporada, en ciudades nuevas, y a quienes la flexibilidad y servicios de un coliving se ajustan mucho mejor a sus necesidades. Sin embargo, la penetración en el parque de vivienda es todavía baja y ofrece un amplio recorrido.
Al mismo tiempo, observamos como el inversor institucional se ha convencido del potencial de estos formatos alternativos de vivienda y está aumentado su exposición a los mismos. En 2022, la inversión en flex living se multiplicó por 3,5 respecto a 2021 y representó el 15% de la inversión institucional en vivienda. Además de los sólidos fundamentales de oferta y demanda, estos formatos ofrecen una rentabilidad adicional y están menos afectados por la legislación.
En definitiva, existe una clara oportunidad para ampliar y consolidar la oferta de coliving y atender a la creciente demanda.