Uno de los grandes procesos transformadores de la ciudad es el que se produce en torno al desarrollo de la movilidad sostenible urbana. Debemos considerar la movilidad como un tema de interés social, en la que deben participar todos los agentes involucrados, urbanistas, empresas de transporte, administraciones, logística, desarrolladores inmobiliarios y el conjunto de la sociedad, mediante la promoción de la cooperación público-privada.
Es necesario partir de una concepción de la movilidad como uno de los aspectos clave para valorar la calidad de vida de las personas que habitan la ciudad. Reducir la necesidad de desplazamientos, con criterios de proximidad, control de los efectos de la suburbanización y desarrollo de monocultivos de baja densidad, contribuirán a una mayor inclusión social. Pero es que además el transporte supone una de las mayores fuentes de contaminación atmosférica y acústica, por lo que introducir modos de transporte libres de carbono mejorará de forma considerable el medio en el que vivimos y el aire que respiramos. La reducción del espacio público dedicado a los vehículos y su recuperación como espacio de relación para el peatón y los medios de transporte blandos, posibilitará una mejor interacción social e identidad de barrio. La creación de nuevas plazas, bulevares e itinerarios peatonales y ciclistas entre otros o corredores verdes, contribuirán a mejorar la salud de los ciudadanos.
Una evolución de la movilidad hacia los vehículos autónomos, limpios, con limitación de las velocidades y un aumento de los desplazamientos en modos activos (bicicleta, patinete, caminar…), en espacios compartidos, nos lleva al concepto de slow mobility que defiende la movilidad activa y sostenible, teniendo también un impacto directo en la disminución del estrés de los ciudadanos y la reducción significativa de la siniestrabilidad.
Hay otro aspecto muy relacionado con el sector inmobiliario que también contribuye a una movilidad laboral más eficaz. Se trata del incremento de la vivienda en alquiler que permite un filtrado más flexible en el acceso a la vivienda, facilitando una mayor proximidad a los nodos de atracción y de transporte con la consecuente disminución de la movilidad por motivos de trabajo y ocio, al mismo tiempo que la reducción de la necesidad del vehículo en propiedad. Precisamente esto último junto con el fortalecimiento del transporte público conducirán a comportamientos más sostenibles, creando nuevas oportunidades de negocio y entornos de emprendimiento dentro de un sistema más colaborativo basado en la apertura, la innovación y la transparencia. Una mayor participación, con una visión holística, conducirá a unas ciudades más habitables, inteligentes y sostenibles.
El modelo de la Ciudad de los 15 minutos, basada en el aumento de la densidad y la proximidad a los servicios, promueve la cercanía del trabajo a la vivienda. Una distribución equilibrada de los equipamientos en el territorio permite la mezcla de espacios económicos, de servicios y residenciales, genera espacios públicos con una actividad constante. Una distribución de usos compartidos promueve la interacción de las distintas generaciones y mejoran la seguridad en los barrios. En los nuevos desarrollos la movilidad sostenible atenderá a variables como las 3Ds, densidad, diversidad y diseño. Deberá tenerse en cuenta desde la fase de concepción el apoyo a los modos de transporte blandos y a los espacios públicos de relación, entendiendo los barrios como un organismo vivo e impulsando los corredores verdes, arbolados, funcionando en red.
Como ya hemos mencionado, el fortalecimiento del transporte público es una condición imprescindible para este tipo de movilidad, un transporte público capaz de absorber los usuarios que tratamos de reducir en el vehículo privado. Para ello deberá realizarse una promoción y refuerzo de este, creando una red de transportes mallada con un mayor número de intercambiadores multimodales gestionados desde una plataforma única que facilite la interconexión de todo el sistema. Es necesario vertebrar esta red con rutas que faciliten el transporte blando, a píe, bicicleta o con otros medios libres de carbono. En paralelo es muy importante incentivar la reducción del uso del vehículo privado a través de otras medidas más activas como podría ser el establecimiento de tarifas de acceso al centro urbano.
La movilidad implica no solo unos altos costes por la contaminación, sino un alto coste económico por la energía consumida y de la que carecemos, por ello todas las oportunidades de uso de energías renovables libres de carbono deben ser aprovechadas en todos los procesos, ya sea en la movilidad de las personas, viajes relacionados con lo laboral o con el ocio, como en la de los bienes de consumo. En lo relativo a la logística la generación de microhubs en el interior de las ciudades que faciliten la distribución de última milla, la racionalización del uso del espacio mediante la digitalización de procesos tanto de logística directa como inversa y el establecimiento de flotas de vehículos eléctricos o no motorizados o la posible regulación de los drones son algunas de las posibles medidas que se deben incentivar.
En definitiva y como gran conclusión del informe “Ciudad y movilidad” que hemos desarrollado con el ULI Spain Senior Advisors tenemos claro que se debe trabajar por un cambio de mentalidad en la que se entienda el transporte, no como una solución individual, sino del conjunto de la sociedad, pasando del yo al nosotros.