El crecimiento de los espacios flexibles será de dos dígitos en los próximos años. Las empresas no están dispuestas a encorsetarse en espacios que no saben si van a utilizar. Con la llegada del trabajo híbrido, los flujos de asistencia varían en función del día de la semana, del mes o incluso de la estación del año.
Por otra parte, asistimos a un crecimiento de modelos híbridos que diversifican y amplían la gama de propuestas de valor. Es el caso de propietarios que se lanzan al plug&play o empresas con espacio infrautilizado que subarriendan a otras ofreciendo una capa básica de servicios.
Algunos de los operadores están implementando tecnología de gestión de la ocupación y planificación de espacios a través de la cual se obtienen mediciones de asistencia en tiempo real, posicionamiento de los usuarios, así como un análisis espacial sobre modelos 3D permitiendo detectar espacios infrautilizados, así como los más concurridos. Una clara ventaja frente a la oficina tradicional que difícilmente contará con capacidad para reconvertirse en función de las nuevas funcionalidades que le dan los usuarios.
Finalmente, un argumento infalible del flex es la posibilidad de reducir la cifra de capex y hacer frente a un entorno cada vez más VUCA. De hecho, en un artículo reciente firmado por CBRE sobre las tendencias que ocuparán a los responsables inmobiliarios de bancos y aseguradoras, se prevé que el espacio flexible ocupe más de un 10% de sus carteras en dos años. Se incide también en la denominada “employee experience” en la que los espacios flexibles van por delante de los tradicionales gracias a la gran variedad de zonas que ponen a disposición de los usuarios como espacios de distensión, lugares de concentración o corners colaborativos que hacen que desplazarse a la oficina valga la pena.