Nos enfrentamos a una situación impensable hace pocas semanas y que no tiene precedentes que nos permitan trazar hojas de ruta previsibles. El Covid-19 ha alterado toda la estructura sanitaria, social y económica mundial.
Como es lógico, la lucha debe centrarse prioritariamente y con todos los recursos a nuestro alcance en garantizar la salud de los ciudadanos y minimizar en lo posible los devastadores efectos de esta pandemia entre la población. Pero una vez que se estabilice la situación sanitaria –ojalá sea cuanto antes– nos encontraremos con un tejido empresarial y laboral profundamente dañado por los efectos del coronavirus: salvo muy raras excepciones no hay empresa ni economía familiar que resista dos o tres meses sin ingresos y eso va a producir un profundo socavón en la economía nacional, europea y mundial.
El sector inmobiliario no está ni mucho menos siendo ajeno a esta realidad: sectores como el de los centros y locales comerciales, el ocio o el hotelero están sufriendo de lleno el impacto de esta fulgurante y asoladora situación. Pero no olvidemos tampoco las oficinas (ya veremos el impacto de la crisis en el fenómeno del coworking, por ejemplo) o en el residencial, cuando miles de trabajadores no puedan pagar sus hipotecas o alquileres al reducir sus ingresos o quedarse sin trabajo, por no decir el daño a las expectativas de ventas de viviendas ante la inseguridad laboral…
Ante esta situación, el Gobierno de España ha anunciado la movilización de hasta 200.000 millones de euros, lo que supone el 20 % del Producto Interior Bruto (PIB) para paliar las consecuencias de la crisis del coronavirus. Incluye medidas de apoyo con financiación, ayuda a las empresas, de índole laboral, moratoria en el pago de hipotecas…y un largo etcétera. Son medidas acertadas, para algunos insuficientes en algunos capítulos como el de los autónomos y los alquileres, pero en cualquier caso muy necesarias.
No obstante, al igual que el tradicionalmente indisciplinado pueblo español ha sabido organizarse, ser solidario y sacar lo mejor de sí mismo en el aislamiento forzoso, también llegará el momento de poner a toda máquina la estructura productiva y restañar las heridas que el COVID 19 ya ha causado y las que aún dejará en la economía. Seguramente, muchos de los viejos modelos no servirán en la nueva etapa y habrá que aguzar el ingenio y la capacidad de adaptación. Afortunadamente la economía mundial está en una mejor tesitura de liquidez que en 2008 y el apoyo de los bancos centrales es potente e inequívoco.
En los momentos de crisis es cuando surgen las mejores oportunidades y ante las situaciones difíciles se descubren siempre nuevos caminos. Siempre que llueve escampa…y no tenemos la menor duda de que los buenos tiempos llegarán a no mucho tardar tras esta dura prueba.
Por nuestra parte, desde Observatorio Inmobiliario y en todo el Grupo Iberinmo seguimos al minuto la evolución de los acontecimientos y en permanente contacto (telemático, telefónico…) con el sector y sus protagonistas y se la vamos a seguir ofreciendo a través de todos nuestros canales de información. Tenemos nuestra estructura productiva adaptada al teletrabajo desde hace tiempo y nos sentimos cómodos sacando el máximo partido a lo que la tecnología nos ofrece. Trabajamos por y para el inmobiliario ibérico…al lado de todos los que seguís haciendo sector. Juntos hemos pasado crisis de siete años y juntos veremos el fin de esta situación y saldremos reforzados de ella sin lugar a duda.