Con cerca del 75% de la población europea viviendo en zonas urbanizadas y con el suelo disponible para vivienda agotándose en las grandes ciudades, vemos un aumento de la desigualdad territorial, de la gentrificación y de la saturación de las infraestructuras, con el consecuente deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos.
Este problema exige una reestructuración del modelo urbano hacia un sistema policéntrico de escala suprametropolitana, basado en corredores urbanos ultra conectados mediante un transporte público, rápido y eficiente. Esta transformación a largo plazo debe complementarse con estrategias que preserven las áreas no urbanizadas. Una de las soluciones es la reintroducción de una zonificación mixta y flexible en áreas consolidadas. Esta mezcla de usos era una característica esencial de las ciudades en el pasado, pero se perdió con el auge de la zonificación promovida por el movimiento moderno. Recuperar la esencia mixta del tejido urbano consolidado no implica desregular el uso del suelo, sino redefinir sus normas para crear unas ciudades más sostenibles y justas.
Un ejemplo es transformar grandes piezas de suelo terciario ya construido, pero poco eficientes y situadas en áreas más o menos centrales y bien conectadas, con el fin de densificarlas con usos mixtos. La reintroducción de residencial en localizaciones prime ayudaría a mitigar la escasez de suelo y sus efectos en zonas donde es difícil intervenir. Esta densificación requiere recalibrar los espacios verdes y los servicios públicos. Con una regulación detallada (incluyendo porcentajes de vivienda social, alquiler a precios asequibles, viviendas para mayores y la cesión de espacios para áreas verdes y equipamientos), se podría restaurar la diversidad social, aumentando el acceso a la vivienda, incrementando el parque de alquiler y mejorando la calidad de áreas infrautilizadas y desconectadas del tejido urbano sin perder los usos terciarios, pero repensándolos con una perspectiva contemporánea.