Juan Antonio Gómez-Pintado, presidente de ASPRIMA y APC España
Todos los agentes del sector inmobiliario estamos siendo testigos de cómo nuestra industria, clave para la economía del país, está llevando a cabo una transformación con el fin de adaptarse a los cambios que desde la Cuarta Revolución Industrial se vienen anunciando.
La incorporación de procesos industrializados, el uso de BIM (Building Information Modeling) y de Lean Construction en el proceso de edificación, la incorporación de perfiles jóvenes a través de acuerdos con universidades y centros de formación profesional o la implementación de técnicas de venta consultiva con el fin de conocer mejor al cliente, son algunos de los ejemplos que hacen más moderno y eficiente a nuestro sector.
Sin embargo, aún quedan cambios estructurales que son claves para el futuro del sector. El primero de ellos es la colaboración público-privada que, más allá de anuncios electoralistas, debe responder a una necesidad real de la sociedad.
Decía recientemente Carolina Roca, vicepresidenta de ASPRIMA, que “el sector inmobiliario era el primer agente social del país” y tiene razón. La vivienda tiene el poder, no solo de transformar ciudades, sino también de mejorar la calidad de vida de las personas. Una vivienda puede ser el primer paso para la creación de una familia, para la emancipación de los jóvenes o para que los inmigrantes se sientan parte de su nueva ciudad. Es por ello que, bajo el diálogo y el consenso, es de vital importancia llegar a establecer un Pacto de Estado en materia de vivienda entre todos los actores implicados, públicos y privados.
Esta última medida es de gran relevancia, puesto que las Administraciones Públicas solo conseguirán reducir la dilatada edad de emancipación de los jóvenes españoles si cuentan con el respaldo de la iniciativa privada para que contribuya a la edificación de viviendas accesibles.
El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España avisaba en su informe de julio de 2019 que solo uno de cada cinco jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 29 años estaban emancipados al terminar el año pasado. Igualmente, la última Encuesta de Fecundidad publicada por el INE en 2019, que señalan que nueve de cada 10 mujeres de 18 a 30 años (el 79,2 %) aún no ha tenido hijos. Como indicaba anteriormente, la vivienda es un factor clave de cohesión social que permite a las personas desarrollar su proyecto de vida.
En el sector inmobiliario estamos convencidos de ello y desde hace años trabajamos en esta línea. Conocer qué ocurrirá en los próximos años es una cuestión difícil de predecir. Por ello, la mejor manera de afrontar el futuro es prepararnos en el presente y, en la medida de nuestras posibilidades, contribuir a consolidar la posición del sector buscando siempre la colaboración con las administraciones.