El flex living nace de un cambio global sociocultural en el que se sitúa al ser humano como centro y se adapta el producto inmobiliario a los diferentes momentos de vida. La vida ha dejado de ser lineal y ha pasado a ser cíclica y, en base a este nuevo paradigma, se generan necesidades más complejas en los inquilinos que el sector inmobiliario tiene que atender generando nuevos productos que, sin duda, vienen para quedarse.
Descifrando el ADN del flex living, donde se encuentran el coliving y el cohousing, nos hallamos con un núcleo formado por flexibilidad, servicios avanzados y comunidad, siendo este último elemento el más diferenciador frente a la necesaria evolución del producto residencial. Eso de pertenecer a una comunidad y sentirse parte de algo aporta un valor intangible cuyo peso es, manifestado por los integrantes de dichas comunidades, superior al propio ladrillo.
La evidente necesidad de producto asequible, profesionalizado y adaptado a los nuevos tiempos hará que su consolidación llegue en los próximos dos o tres años cuando la oferta actual y futura demuestre su éxito y se activen algunas palancas clave para el capital más core como pueden ser el acceso a financiación tradicional y la regulación específica. En el camino de la consolidación veremos cómo se crean grandes plataformas, cómo el capital riesgo sale de los operadores para dar paso al capital institucional y cómo el baile de los operadores simplifica la situación actual generando gestores más escalables a nivel geográfico y a nivel nicho.