Cuando escribo estas líneas Felipe VI ha dado mandato a Pedro Sánchez para que intente la formación de Gobierno. Por su parte, siguen las negociaciones mirando al noreste en el intento de atar un resultado favorable en el debate de investidura. Por ahora todo está en el alero, aunque la posición más factible es la de un gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos con apoyo de nacionalistas y otras pequeñas fuerzas políticas…porque de terceras elecciones nadie quiere oír hablar, aunque a estas alturas nada es descartable.
Independientemente de la afinidad política de cada uno, lo que nos transmiten muchos de los empresarios y directivos de empresas con los que hablamos –y que queda reflejado en los puntos de vista que recogemos en este número– es que lo más importante para el presente y el futuro inmediato es tener estabilidad en lo político, en lo económico y en el marco jurídico y legislativo. Volvemos al proverbio chino “gato blanco o gato negro, qué más da, lo importante es que cace ratones”, que importó Felipe González parafraseando Deng Xiao Ping.
La economía española se mantiene sólida dentro del marco europeo y con buenas perspectivas, aunque lógicamente no ajena a todas las incertidumbres de carácter global y las derivadas de la propia situación política interna.
La necesaria estabilidad no puede sino estar sustentada en la cordura para no estropear lo conseguido en estos años, pues nada aleja más a los inversores que la indeterminación voluble, el cambio de reglas del juego a mitad del partido o la vulneración de los acuerdos. Y el ámbito inmobiliario no es un perro verde, se rige por los mismos principios de oportunidad, confianza, estabilidad y seguridad jurídica que el resto de la economía.
En Europa ha habido muchos ejemplos de convivencia política en gobiernos de coalición que han garantizado el funcionamiento de un país –históricamente el ejemplo de Alemania, pero mucho más cercano y reciente el de Portugal– y, dado el nuevo marco social y político que estamos viviendo en Europa y en España, pocas alternativas diferentes al entendimiento quedan.
Hagámoslo con la nariz tapada o sin tapar, pero lo innegable es que hay ratones y necesitamos un gato que los cace