3 de octubre de 2014.- Coincidiendo con la crisis financiera que ha afectado de manera especial al sector inmobiliario, los agentes tradicionales han reducido su presencia en el desarrollo de proyectos inmobiliarios, a la par que inversores y fondos, entidades financieras y promotores delegados han irrumpido con fuerza en un sector todavía sumido en la incertidumbre, en el que el inversor intenta minimizar el riesgo de las operaciones, consciente de que los márgenes de hace unos años son inalcanzables y satisfecho con la rentabilidad adecuada a la actual coyuntura económica y empresarial.
Con este marco de referencia de fondo, se acaba de celebrar la Jornada "Servicios innovadores para un sector inmobiliario más financiero" que, organizada por OPT.A, consultoría estratégica de optimización de activos inmobiliarios, ha contado con la participación de Pedro Montoya, consultor senior de KPMG; Carlos Armero, director general de Mace y Lorenzo Bravo, socio director de OPT.A-, moderados por José Carlos Saz , vicepresidente de AECMA (Asociación Española de Construcción Management).
En el encuentro, que congregó a especialistas en consultoría inmobiliaria, project management, construcción y financiero, se analizó la transformación en la que se encuentra inmerso actualmente el sector inmobiliario, con un claro viraje hacia un modelo más profesionalizado al que se han incorporado nuevos interlocutores financieros.
"Las claves del sector inmobiliario actualmente se encuentran principalmente en entender, por un lado, una oferta que conjuga los activos inmobiliarios con deuda asociada y con la venta de sociedades tenedoras de los mismos; y por otro, una demanda condicionada por la falta de crédito para el comprador final y la mayor o menor presencia de inversores, así como la aparición de nuevos players tales como SAREB, las Entidades Financiares, el sector público y las compañías con actividad inmobiliaria ya reestructuradas" expuso Pedro Montoya, consultor senior de KPMG en España.
En su visión general del sector, propuso clasificar los activos inmobiliarios en dos grandes grupos: localizados y deslocalizados. Los primeros los definió como "absorbibles por el mercado en un determinado plazo", y los segundos como "con absorción incierta en las condiciones actuales", clasificación resultante de conjugar las claves antes mencionadas.
Entre otros aspectos, Montoya destacó que si bien España en general podría encontrarse en fase de inversión oportunista, "determinadas tipologías de activos inmobiliarios empiezan a encontrase en una fase posterior de inversión de valor añadido". Concluyó su visión resaltando, entre otros, la necesidad de nuevos productos inmobiliarios más cuidados y de control de riesgo y procesos.
En los últimos años el sector ha experimentado grandes cambios y la entrada en el escenario de nuevos agentes con diferentes intereses y una nueva demanda de servicios asociada. Se ha tomado conciencia de que la inversión inmobiliaria es un sector de actividad con gran incertidumbre y el nuevo inversor busca minimizar el riesgo que asume en las operaciones y obtener una rentabilidad adecuada al mismo.
"Flexibilidad, identificación con los clientes y sus objetivos, equipo, y pro actividad, son los valores imprescindibles para los clientes, lo que nos permite ser capaces de dar respuesta a sus necesidades", destacó Carlos Armero, director general de Mace, desvelando las claves de la adaptación de los servicios tradicionales a las demandas de los nuevos clientes que, de unos años a esta parte, presentan un perfil más financiero, "hemos sido fieles a nuestros valores en los momentos más complicados, y nos hemos adaptado a las nuevas necesidades de los clientes, gracias a ello nuestro equipo de profesionales ha continuado y continuará prestando servicios con las más altas cotas de calidad, para conseguir los objetivos de los proyectos que gestionamos", continúa.
Para los ponentes, traducir el impacto de las decisiones técnicas en las variables financieras de la inversión permite alinear la ejecución del proyecto con los objetivos del nuevo cliente. El reto de las organizaciones del sector es adaptar los servicios que prestan a un escenario totalmente distinto y con mucho menos margen, que demanda más precisión en el análisis y más control en la ejecución de las operaciones.
"En el final de la etapa anterior de crecimiento, el sector perdió por completo la percepción de riesgo de la actividad inmobiliaria, estando considerada como una inversión tradicionalmente segura. En la situación actual, el cliente necesita una mayor certidumbre en la toma de decisiones al operar en un entorno más volátil y con los márgenes más ajustados. En la nueva coyuntura, los proyectos de inversión inmobiliaria demandan análisis más exhaustivos de riesgo desde su concepción y una monitorización de las variables de inversión durante su desarrollo para garantizar su objetivo de rentabilidad. La actual crisis nos devolverá un sector inmobiliario más profesionalizado en el que ya no vale todo y en el que sólo van a tener cabida las estructuras que se adapten a la nueva situación" aseguró Lorenzo Bravo, socio director de OPT.A