El sector de la edificación y la construcción atraviesa un momento clave. La renovación energética y el camino, cada vez más firme, hacia una Economía Circular son dos objetivos esenciales que han marcado un punto de inflexión en un sector que consume el 47% de la energía producida a nivel mundial. Un dato revelador, motivo (entre otros) por el que la UE intenta acelerar sus estrategias de reducción de emisiones y por el que la Asociación Española del Aluminio (AEA), que representa a más de 600 empresas del sector, presenta a este material como la alternativa de circularidad a través de sus múltiples soluciones para el sector: ventanas, puertas, fachadas, elementos estructurales, de protección solar, etc.
Los cerramientos de los edificios son aspectos importantes cuando consideramos el ahorro energético en la edificación. Una ventana, por ejemplo, será eficiente energéticamente cuando garantice unas prestaciones mínimas en cuanto a valores como el factor solar, la transmisión térmica y la permeabilidad al aire. Y aquí, algunos de sus elementos como el material elegido para la estructura o el vidrio, tienen mucho que decir. En este sentido, la ventana de aluminio con rotura de puente térmico se presenta como la mejor opción a nivel energético y de confort final para el usuario, a la vez que se garantiza el reciclaje del material.
Gonzalo de Olabarria, Secretario General de la AEA, explica que “las ventanas de aluminio cumplen de sobra con los valores U más restrictivos, garantizando confort interior y ahorro energético, a la vez que contribuyen a lograr los objetivos globales de todos los componentes de la envolvente de un edificio. Además, el aluminio ofrece una excelente relación de prestaciones vs. coste y es, por tanto, un material de alta rentabilidad. Los marcos y ventanas hechos en aluminio son inversiones en elementos que sabemos que perdurarán y mantendrán sus virtudes y propiedades con el paso del tiempo”.
Del aluminio destacan también su durabilidad, su capacidad aislante, la escasa necesidad de mantenimiento, su versatilidad y maleabilidad, pero también su dureza y resistencia, que favorecen la seguridad de los espacios. Y no solo eso; el aluminio es también un material total e infinitamente reciclable sin que por ello mermen sus cualidades. Además, para el proceso de reciclado precisa tan solo un 5% de la energía que fue necesaria para producir aluminio primario. En este punto, debemos recordar que el sector de la construcción ya recicla más del 95% del aluminio al final de su ciclo de vida.
Por todo ello, afirma de Olabarria, “el aluminio ayuda a garantizar la existencia de edificios más seguros, más habitables, más duraderos, de mayor calidad y más sostenibles. El aluminio facilita la adaptación del sector de la construcción a la estrategia de sostenibilidad económica, energética y medioambiental, marcada en las normativas actuales, haciéndolo imprescindible en el camino hacia la implantación de un modelo de Economía Circular”.