La valoración del futuro
Fernando Fuente Vicepresidente CBRE Valuation Advisory Responder a la incógnita sobre cómo será la valoración en el futuro sería clave de éxito asegurado para los que nos dedicamos a esta profesión. En los últimos 15 años, el desempeño
Fernando Fuente
Vicepresidente CBRE Valuation Advisory
Responder a la incógnita sobre cómo será la valoración en el futuro sería clave de éxito asegurado para los que nos dedicamos a esta profesión. En los últimos 15 años, el desempeño del valorador ha evolucionado. Venimos de herramientas básicas de trabajo como el procesador de texto, la hoja de cálculo, la información técnica en papel y, por supuesto, el mapa de localización físico y el dispositivo móvil, sin paquete de datos. Se trata de algo impensable para las nuevas generaciones de compañeros que se unen a nosotros en este momento dulce de mercado. Momento que muestra un crecimiento sólido y sostenible desde hace cuatro años en las cuentas de resultado de las empresas de servicios inmobiliarios.
La revolución en el mundo de la valoración ha sido notable y necesaria. Sin duda continuará en los próximos años y décadas dejando paso y protagonismo a la inteligencia artificial.
¿CÓMO HA EVOLUCIONADO NUESTRO MERCADO Y EL ARTE DE LA VALORACIÓN ?
Si profundizamos un poco más en el detalle de lo que hemos vivido, podemos afirmar que el cambio sustancial ha sido el operador de mercado y la forma de hacer las cosas desde un prisma tecnológico. Nuestro cliente tradicional ha cambiado durante unos años largos, duros y difíciles hacia una concentración de volúmenes de inversión y propiedad apoyados en una gestión centralizada. Esto ha originado que los protagonistas actuales sean vehículos de inversión que buscan en nuestro sector una diversificación. En este sentido, ante estos movimientos bruscos y dinámicos, nos hemos obligado a cambiar en nuestra manera de hacer las cosas; ahora dotamos a nuestros flujos de mayor agilidad y eficacia. Y es que, el período medio de decisión se ha acortado y el apoyo en el conocimiento ha tenido que flexibilizarse para poder abarcar un volumen de activos cada vez mayor. Ese ha sido el reto al que nos hemos enfrentado en los últimos años, y que, con total seguridad seguiremos presenciando a corto plazo.
El desarrollo de la industria tecnológica, paralelo a nuestro sector, tradicionalmente poco avanzado en la materia, ha visto como su cauce se acercaba hasta llegar a un punto de corte entre la oferta y la demanda aplicada al inmobiliario. Ello ha provocado y originado un nuevo enfoque basado en automatismos, algoritmos y sistemas de información geográfica. Todo ello ya lo conocemos, lo hemos desarrollado hasta la fecha y lo hemos aplicado al trabajo que hacemos para nuestros clientes.
Buen ejemplo es nuestra herramienta Cerebro, una Base de Datos Geolocalizadas (SIG) con una infinidad de capas de información pública y privada que permite alcanzar varios millones de datos sobre el área geográfica española a modo de comparables y testigos que nos ayudan a analizar los activos y los entornos en los que se encuentran. Otro ejemplo es nuestro Modelo de Valoración Automatizado –que aplica modelos matemáticos y estadísticos a la valoración, dando lugar a algoritmos de cálculo, que, aplicados sobre las bases de datos inmobiliarias perfectamente estructuradas y mencionadas, calcula de forma precisa, fiable y rápida el valor de un inmueble; los mínimos en asesoramiento dinámico y eficiente a gran escala y cobertura que, a día de hoy, requieren y nos exigen nuestros clientes –inversores, fondos, entidades y gestores–.
El éxito de todo lo anterior es la oportunidad de poder trabajar de forma continuada con nuestros clientes en estos nuevos retos y acompañarles en los cambios que estamos presenciando a medio plazo, objetivo que todos buscamos y que nos anima a revisar nuestras estrategias.
¿LA ESENCIA?
El arte de la valoración a todo esto no ha cambiado, sigue siendo el mismo. El uso de la tecnología se une para profesionalizar, para hacer el trabajo más riguroso dentro de nuestras capacidades y para seguir buscando la excelencia, vara de medida de todo cliente. Por todo lo anterior, la valoración se complica y se hace cada vez más ambiciosa.
¿HACIA DÓNDE VAMOS?, LA CLAVE Y LA CUESTIÓN
Tras los primeros pasos que hemos dado, seguiremos adoptando nuevas formas de hacer las cosas. Es lo que nosotros concebimos como “New Ways of Working”, yendo un paso más allá de la dimensión inmobiliaria.
Este es el primer paso para enfocar la valoración del futuro; empezamos a integrar la realidad física y la virtual dentro de la forma en que vivimos y trabajamos; la digitalización toma protagonismo con nuevas plataformas online, Internet of Things, más información al alcance a través de app´s, mejor interconexión global y simultánea en entornos inteligentes con los que empezamos a interactuar.
Apuesto a que la esencia será la misma, la capacidad de acertar en un valor de mercado y el arte de la valoración se verá impulsado por la digitalización.
Toda la ayuda de esos modelos matemáticos, algoritmos automatizados que empiezan a tener una inteligencia autónoma y las herramientas de accesibilidad desde la propia “mesa de trabajo” –por llamarlo de alguna manera, ya que seguramente es y será virtual– permitirán viajar de forma inmediata a cualquier esquina de la geografía y tener de forma cuasi-automática toda la información necesaria para un correcto asesoramiento.
Será mejor, más rápido y más fiable con un alcance superior que no podemos descontar a día de hoy. Nuestra misión: unir todo ese conocimiento y práctica de mercado, la singularidad y heterogeneidad inmobiliaria, particularidad esencial de nuestro sector, y por supuesto, trataremos de “enseñarlo”. Esos serán nuestros retos para los próximos 20 años.
Cambiaremos el entorno de trabajo informático y los paquetes ofimáticos inmobiliarios por dashboards dinámicos, interconectados e inteligentes para analizar y valorar los activos y portfolios. Trabajaremos en este campo, cerca de nuestros clientes y con nuestro conocimiento de asesoramiento en valoración ya adquirido. [ ]
Nº 91 – Marzo - Abril 2018