REGENERACIÓN URBANA

El urbanismo como herramienta para anticipar la ciudad que viene

María Encabo - Periodista |
El urbanismo como herramienta para anticipar la ciudad que viene

Para Darío Rivera, director de Urbanismo en Culmia, la transformación de las ciudades solo puede entenderse desde la capacidad del urbanismo para prever cómo deben organizarse los barrios y responder a las necesidades de quienes los habitan. Rivera situó esa mirada en el centro de su intervención durante el desayuno editorial sobre regeneración urbana organizado por Observatorio Inmobiliario, donde analizó los desafíos de los grandes desarrollos y las estrategias que permiten construir ciudades más cohesionadas, sostenibles y adaptables al paso del tiempo.


Urbanismo y regeneración

En su intervención, Rivera subrayó que la regeneración urbana requiere establecer desde el planeamiento las condiciones que permitan que los nuevos ámbitos funcionen de manera eficiente con el paso del tiempo. Defendió que esta visión debe construirse desde la ordenación y no desde la arquitectura, porque solo una normativa flexible garantiza que los desarrollos continúen operativos en escenarios futuros. Esta perspectiva la ilustró con el caso de Madrid Nuevo Norte, un ámbito llamado a convertirse en una nueva centralidad urbana cuya capacidad para atraer actividad y empleo dependerá también de cómo se resuelva la movilidad, no solo en su entorno inmediato, sino en toda la red de conexiones de Madrid. Por ello, insistió en que las decisiones urbanísticas deben contemplar desde el inicio cómo se organizarán los usos y cómo se gestionarán los desplazamientos. Recordó, en este sentido, que “lo que ahora planifiques dentro de 15 años puede quedar obsoleto”.

Rivera dedicó parte del encuentro a analizar también el papel de la participación ciudadana, señalando que estas dinámicas no deben entenderse únicamente como un mecanismo para limitar alegaciones, sino como un proceso que permite a los vecinos intervenir en la definición del proyecto y generar un vínculo directo con su entorno. Esa implicación facilita que los cambios urbanos sean aceptados y que la convivencia se desarrolle de forma más natural cuando se incorporan nuevos residentes. Mencionó diversas experiencias analizadas en ciudades como Burdeos o Bruselas, donde intervenciones de pequeña escala —como la reconversión de antiguas fábricas o almacenes para usos culturales, deportivos o sociales— han reforzado la cohesión de los barrios sin necesidad de grandes inversiones. Actividades formativas, concursos y actuaciones puntuales en el espacio público han demostrado, según afirmó, que estas microacciones aportan un valor añadido en los procesos de transformación urbana.


Sostenibilidad y criterios ambientales

La sostenibilidad fue otro de los ejes centrales de su intervención. Rivera defendió que la renaturalización debe considerarse una infraestructura urbana integrada en la planificación y adaptada a las características de cada ámbito. Explicó que cualquier intervención debe partir del análisis de qué elementos pueden conservarse para reforzar la identidad existente y diseñar infraestructuras verdes capaces de conectar distintos espacios urbanos y mejorar la calidad ambiental en una escala más amplia, extendiendo sus beneficios más allá del ámbito concreto de actuación.


darío rivera culmia


En materia de eficiencia energética, destacó la necesidad de combinar estrategias pasivas y activas en edificios regenerados o de nueva construcción. Mencionó soluciones aplicadas por Culmia, como la hermeticidad de la envolvente para reducir pérdidas térmicas, la integración de sistemas de aerotermia con instalaciones fotovoltaicas y el aumento del grosor de los muros para mejorar el aislamiento. Según explicó, estas medidas permiten aproximarse a niveles de alta eficiencia energética alineados con estándares como Passivhaus o net zero.

Subrayó que este tipo de soluciones deben incorporarse desde las primeras fases de planificación mediante ordenanzas que faciliten, entre otros aspectos, la implantación de drenajes sostenibles o segundas redes de alcantarillado para reutilizar aguas grises en zonas verdes. Recordó el caso del ámbito de Retamar, donde el planeamiento previo dificultaba introducir criterios de movilidad y orientación, lo que demuestra —según señaló— la importancia de definir aspectos energéticos antes de que el desarrollo avance.


El caso de Retamar como ejemplo de planeamiento condicionado

Más allá de ese apunte, el caso de Retamar permite contextualizar esa dificultad. El ámbito, situado en Alcorcón, cuenta con un planeamiento aprobado en 2025 que ordena 114 hectáreas destinadas a la construcción de 3.503 viviendas, 1.123 de protección pública, y estructura el barrio en torno a 30 hectáreas de zonas verdes, 14 hectáreas de parques urbanos, cerca de seis kilómetros de sendas peatonales y siete kilómetros de carril bici. Las obras de urbanización ya han comenzado y el Plan Especial de Infraestructuras, que concentra cerca de 15 millones de euros en conexiones viarias, fija las condiciones que definen su integración metropolitana. Rivera explicó que, al estar estos elementos ya cerrados en el planeamiento, resulta complejo introducir criterios energéticos más avanzados o ajustar decisiones de movilidad una vez iniciado el proceso, lo que convierte a Retamar en un ejemplo claro de la importancia de definir estos aspectos desde fases tempranas del desarrollo.

Rivera cerró su intervención abordando la definición de equipamientos en los ámbitos regenerados. Insistió en que deben partir de un análisis preciso de las características sociales y urbanas de cada zona para determinar qué servicios serán necesarios y cómo garantizar su utilidad en el largo plazo. Enlazó esta reflexión con la estrategia de recuperar lo existente y reforzar los elementos que dan identidad al barrio. Para él, asignar usos adecuados a cada espacio es esencial para que la regeneración genere bienestar real y no se limite a una intervención física del entorno.