Madrid encara una fase en la que debe reinterpretar su estructura interna. Con la expansión periférica prácticamente agotada, su desarrollo pasa por intervenir en ámbitos que permanecieron condicionados durante décadas por antiguas infraestructuras. En este escenario, Madrid Nuevo Norte adquiere un papel determinante al reordenar la relación entre los barrios del norte y el eje central de la Castellana, convirtiéndose en una de las operaciones que orientarán la evolución urbana de la capital.
En el Desayuno Editorial de Observatorio Inmobiliario sobre regeneración urbana y smart cities, Miguel Hernández, director de Estrategia y Desarrollo Corporativo de Crea Madrid Nuevo Norte, explicó cómo este proyecto aborda los principales desafíos de las ciudades que deben actualizar su tejido consolidado en lugar de prolongar su extensión.
Un proyecto que reconfigura el norte de Madrid
Hernández señaló que la ciudad se encuentra en un punto similar al que atraviesan otras grandes metrópolis: activar espacios internos en desuso y conectar zonas que habían quedado separadas. Subrayó que el ámbito es singular porque se sitúa en plena continuidad del eje Castellana–A-1, en un ámbito cuya intervención permitirá completar esa conexión. La relación con la M-30, la M-40 y la cercanía del aeropuerto refuerzan su relevancia en la red urbana.
Este posicionamiento, sostuvo, convierte el proyecto en una oportunidad para elevar la competitividad internacional de la ciudad, a la vez que ampliará la oferta residencial —con especial atención a la vivienda asequible— y permitirá crear nuevos entornos para la actividad económica.

El proyecto se desarrolla a lo largo de 5,6 kilómetros y ocupa una superficie de 3,3 millones de m2, de los cuales el 76,65% será de uso público. El proyecto incluye la creación de nuevos enlaces urbanos mediante cinco puentes, un túnel y una pasarela, así como la cubrición de 20 hectáreas de superficie ferroviaria. En el ámbito residencial se prevé la construcción de 10.500 viviendas, 2.100 de ellas con algún tipo de protección, además de 400.000 m2 de zonas verdes y nuevas conexiones que favorecerán la movilidad sostenible en el entorno.
Hernández destacó que regenerar implica trabajar en áreas plenamente integradas en la vida cotidiana. La actualización de los sistemas de movilidad requiere atender las necesidades de los vecinos y coordinar los tiempos de intervención para minimizar el impacto en los barrios. El desarrollo persigue transformar antiguos terrenos ferroviarios en ámbitos conectados con su entorno, incorporando usos residenciales, económicos y sociales que respondan a la evolución de la ciudad.
Flexibilidad urbanística y adaptación a necesidades futuras
Durante el encuentro, Hernández analizó cómo los desarrollos del pasado se guiaron por normativas muy rígidas vinculadas a la actividad industrial, que establecieron separaciones estrictas entre usos. Subrayó que la evolución social y económica exige marcos más adaptables.
En Madrid Nuevo Norte, la flexibilidad en la asignación de usos es uno de los principios de planificación. Incluye la reserva para vivienda pública y el empleo de parcelas pendientes de desarrollo —especialmente las de titularidad municipal— para equipamientos y servicios que requerirán los futuros residentes.

Uno de los desafíos más relevantes del proyecto es su horizonte temporal de 25 años. Hernández señaló que la incertidumbre regulatoria dificulta prever qué requerimientos existirán en el futuro, incluso para los legisladores. El trabajo con administraciones y organismos técnicos, junto con la referencia metodológica de certificaciones como BREEAM, permite establecer criterios operativos desde el presente y responder a cambios normativos con mecanismos estables que aportan seguridad y capacidad de adaptación.
Hernández definió la movilidad sostenible como uno de los pilares del proyecto, certificado BREEAM en su fase de planeamiento. La propuesta prioriza el transporte público, con una previsión del 80% de desplazamientos en modos sostenibles, lo que favorecerá la creación de espacios densos y habitables, próximos a los servicios esenciales y articulados mediante redes accesibles e integradas.
Gobernanza para una transformación a largo plazo
La gestión de una operación de esta envergadura requiere visión urbanística y una organización capaz de ajustarse al ritmo del proyecto. Hernández destacó la importancia del convenio firmado entre Estado, Comunidad de Madrid y Ayuntamiento, junto con las 19 entidades públicas y privadas implicadas, que ha permitido formalizar un sistema de gobernanza basado en compromisos compartidos.
Además de lo que se expresó en el encuentro, el desarrollo está cumpliendo varios hitos. A comienzos de octubre, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid aprobó inicialmente la creación de la Entidad Urbanística Colaboradora de Coordinación de Madrid Nuevo Norte, el organismo encargado de coordinar las infraestructuras y redes públicas que comparten los cuatro ámbitos de la actuación —Malmea-San Roque-Tres Olivos, Las Tablas Oeste, Chamartín y el Centro de Negocios—. Esta entidad gestionará las actuaciones necesarias para completar la urbanización del conjunto, según lo previsto en la Modificación del Plan General, y sus estatutos se encuentran en fase de información pública como parte del procedimiento urbanístico habitual.
También, a mediados del mismo mes, Crea Madrid Nuevo Norte comunicó que había renovado su certificación en la norma BIM ISO 19650 y obtenido una ampliación específica para la gestión de obra, tras una auditoría externa realizada por SGS. Esta acreditación confirma la aplicación de procesos de gestión de la información alineados con los estándares internacionales establecidos para el diseño, la planificación y la ejecución de proyectos de construcción. La extensión a la fase de obra permitirá disponer de un control más preciso sobre los procesos constructivos, los recursos y los plazos, además de reducir desviaciones y mejorar la coordinación técnica. La norma ISO 19650, utilizada a escala global, establece métodos colaborativos y trazables para la gestión de activos urbanos a lo largo de su ciclo de vida.

El plan de coordinación define responsabilidades, inversiones y calendario de actuaciones, garantizando información actualizada para ajustar previsiones y asegurar la continuidad del proyecto. Este modelo permite adecuar los ritmos de ejecución y anticipar necesidades, como ha ocurrido con la programación de obras en la Castellana o en Fuencarral.
La intervención concluyó con una reflexión que resume el enfoque de la empresa: “No tomemos decisiones hoy que hipotequen decisiones futuras”. Hernández insistió en que la transformación urbana debe partir de la prudencia y la capacidad de adaptación, especialmente en proyectos que influirán en la configuración de la ciudad durante décadas. Madrid Nuevo Norte avanza con esta premisa, guiado por una planificación flexible, una cooperación institucional sólida y una atención constante al entorno urbano.