El consumo de cemento en España ha experimentado un aumento del 19,5% en septiembre, alcanzando 1.492.447 toneladas, según los últimos datos publicados en la Estadística del Cemento. Esta cifra supone 243.164 toneladas más que en el mismo mes del año anterior y refuerza la tendencia positiva observada a lo largo de 2025.
Con este incremento, el acumulado anual se sitúa ya en un crecimiento del 9,7%, lo que equivale a 11.995.573 toneladas consumidas entre enero y septiembre, más de un millón de toneladas por encima del registro del mismo periodo de 2024. De mantenerse este ritmo, el ejercicio podría cerrar por encima de los 16 millones de toneladas, un nivel que no se alcanzaba desde hace catorce años.
En términos de año móvil (octubre 2024–septiembre 2025), el consumo total asciende a 15.961.380 toneladas, lo que representa un incremento del 10,2% respecto al periodo precedente, equivalente a 1.482.225 toneladas adicionales.
Pese a los buenos resultados, el sector advierte de que la demanda continúa por debajo de los niveles necesarios para atender el déficit de vivienda y obra pública existente en España. Según estimaciones de Oficemen, sería necesario alcanzar un consumo cercano a 20 millones de toneladas anuales —similar al registrado en 2011— para cubrir las necesidades derivadas de la creación de nuevos hogares y de la modernización de infraestructuras.
En paralelo, las exportaciones mantienen su tendencia descendente. Entre enero y septiembre han caído un 8,5%, hasta las 3.389.939 toneladas, lo que supone una pérdida de 316.928 toneladas respecto al año anterior. Solo en septiembre el retroceso fue del 24%, con 110.641 toneladas menos. En el cómputo de año móvil, las ventas al exterior también han entrado en terreno negativo, con un descenso del 2,2%. Por el contrario, las importaciones se dispararon un 50% en septiembre, hasta las 109.801 toneladas, lo que eleva el acumulado anual a 1.398.840 toneladas, un 31,3% más que en 2024.
Desde el sector se insiste en la necesidad de impulsar una producción más sostenible y de reforzar las políticas de compra verde en la licitación pública, con el fin de favorecer materiales con menor huella de carbono y garantizar la competitividad frente a países con normativas medioambientales menos exigentes.