El ex decano del COAM y Premio Nacional de Urbanismo, José María Ezquiaga, nos adelanta en esta entrevista algunas de las claves de un nuevo urbanismo para nuestras ciudades en un momento en que las temperaturas extremas obligan a adoptar medidas para hacer los edificios más resilientes y a recuperar las técnicas tradicionales.
¿Cómo se pueden combatir los climas extremos desde dentro del entorno urbano y los edificios?
José María Ezquiaga: Las olas de calor deben ser objeto de una respuesta integrada desde la escala del edificio, el espacio público y el conjunto de la ciudad.
En la escala más pequeña, la arquitectura del edificio, las soluciones tradicionales siguen siendo el punto de partida. Un buen aislamiento del inmueble es óptimo tanto para combatir las olas de calor como el frío invernal. Asimismo, es igualmente importante la buena ventilación, que se consigue cuando el inmueble tiene diversas fachadas con orientaciones distintas y, por tanto, diferencia de temperatura, que permite que los usuarios puedan controlar la circulación del aire abriendo unas u otras ventanas.
Del mismo modo, son importantes recursos complementarios que, tras la COVID-19, están siendo también recuperados en la concepción general de los edificios: terrazas, balcones, cubiertas verdes, soportales… En definitiva, mecanismos que permiten controlar la incidencia solar y que posibilitan que parte de la vida pueda desarrollarse en espacios intermedios o abiertos, como es el caso de terrazas y balcones.
¿Cuáles son los criterios sostenibles que se deberían seguir en la escala urbana, de ciudad?
J.M.E: En la escala urbana los criterios más básicos son reducir la superficie impermeable, válido tanto para combatir las olas de calor como para tener un mejor comportamiento hídrico. Es decir, el suelo permeable permite la acumulación del agua, evita mayores riesgos por escorrentías violentas que saturen los sistemas de recogida de pluviales, como ocurre con las lluvias torrenciales de los últimos meses. Pero, evidentemente, esto tiene que hacerse a una escala sistémica; sirve de muy poco abrir alcorques de tierra en las aceras habituales. Hay que cambiar la mentalidad, reducir el hormigón o el asfalto, uno de los materiales que acumula mayor cantidad de calor, por lo que su sustitución por otros elementos con mejor comportamiento térmico es, en general, positiva.
Aunque insisto en que lo más importante es reducir la superficie impermeable. En la ciudad tradicional esto se conseguía mediante calles empedradas, que eran compatibles con otras zonas en donde se mantenía el terreno natural. Los alcorques corridos, que todavía podemos encontrar en algunas calles de Madrid y frecuentes en épocas pasadas, permiten la circulación del agua de lluvia y que esta pueda ser un elemento de captación de agua del subsuelo muy valioso para el mantenimiento del arbolado.
"La artificialidad de nuestras ciudades las
ha alejado de la naturaleza y, por tanto,
las soluciones que hoy en día utilizamos
son prácticamente tecnológicas"
¿Están nuestras ciudades preparadas para aguantar altas y bajas temperaturas?
J.M.E: La respuesta es heterogénea. En general, la artificialidad de nuestras ciudades las ha alejado de la naturaleza y, por tanto, las soluciones que hoy en día utilizamos son prácticamente tecnológicas. Un ejemplo de ello es la climatización artificial en edificios herméticos, como ocurre en las torres de oficinas acristaladas que no permiten la apertura de ventanas.
Los inconvenientes en el ámbito doméstico son grandes; en primer lugar, el alto coste de consumo energético que tienen estos sistemas e, igualmente, no en todos los casos son óptimos para la salud de las personas. Las alergias, las afecciones respiratorias… derivadas de los aires acondicionados son relativamente frecuentes. Podemos decir que estos sistemas, que son imprescindibles para picos extremos de calor, no deberían ser la pauta para circunstancias estándar.
¿Qué tipo de planificación urbanística y de edificación se debería prever en los próximos años?
J.M.E: La planificación urbanística puede establecer criterios de menor proporción de impermeabilización de los suelos.
En la reforma de las ordenanzas en Madrid ya se habla de un factor verde, que es un criterio avanzado que llevará a que como rutina volvamos a adoptar materiales más amigables con la naturaleza y soluciones más sostenibles tanto en el uso de estos elementos como en el tratamiento del agua.
¿Existen casos de ciudades capaces de afrontar temperaturas extremas en España?
J.M.E: Aquellas ciudades que han incorporado el verde como parte de su ADN, como Vitoria, que es el caso más significativo, pero también otras muchas del norte, desde Pamplona y Oviedo hasta San Sebastián.
Aunque también habría que mencionar ciudades del sur, como Sevilla o Granada, por el buen manejo que han hecho en la arquitectura con los patios de parcela con vegetación y arbolado, e incluso de las calles estrechas que en determinadas épocas del año se pueden cubrir con toldos, lo que muestra una sabiduría tradicional que seríamos muy poco humildes si realmente prescindiéramos de ella.
Hay que aprender de las soluciones tradicionales en un momento en que no podemos depender únicamente de la tecnología, ya que hemos experimentado la fragilidad que esto siempre conlleva.
"Las Administraciones tienen la capacidad
de dar ejemplo y plantear en sus edificios
medidas sencillas que los hagan más resilientes"
¿Qué medidas deberían de adoptar las Administraciones para conseguir que los edificios sean resilientes?
J.M.E: Las Administraciones tienen la capacidad de dar ejemplo y plantear en sus edificios medidas sencillas que los hagan más resilientes y adaptables a las olas de calor y, en general, a cualquier situación catastrófica. Nos deben dar ejemplo en cuanto al tratamiento de la seguridad contra incendios, al ahorro energético y en el uso saludable del inmueble.
Como anécdota, muchos edificios públicos de Nueva York han remodelado sus vestíbulos para que el punto de máxima visibilidad de acceso no sean los ascensores, sino las escaleras, estimulando el ejercicio físico para las personas que gocen de buena salud y que el ascensor quede restringido para aquellas con movilidad reducida o limitada.
¿Cuál cree que es la ciudad española mejor planificada urbanísticamente? ¿Y la peor? ¿Por qué?
J.M.E: No me atrevo a decir un ejemplo peor. Pero hay muchas ciudades que han mostrado a lo largo del tiempo una continuada buena práctica en el ámbito urbanístico y han conseguido metas notables en sostenibilidad, como Vitoria, o Málaga, una ciudad ejemplar en cuanto a rehabilitación urbana y revitalización de sus barrios centrales, algo que sigue siendo una asignatura pendiente en otras capitales.
Esto también tiene importancia en el efecto de isla de calor (elevación localizada de la temperatura en entornos urbanos respecto al área rural que los rodea) porque la arquitectura tradicional, carente todavía de una tecnología de climatización del aire que pudiera asegurar un clima confortable, confiaba en los materiales y en el diseño, con muros gruesos, terrazas, balconadas… mecanismos que pudieran aliviar estas circunstancias. Sin prescindir de la tecnología, podemos recuperar y aprender mucho de estas técnicas tradicionales.