El sector inmobiliario aún no ha sido capaz de entender cómo va a afectarnos el cambio climático, pero tiene una responsabilidad importante a la hora de enfrentarlo. Bruno Sauer, director general de GBCE, analiza cómo van a afectar las nuevas normativas para avanzar en este sentido.
¿Cómo debe adaptarse el sector inmobiliario al cambio climático?
Bruno Sauer: El sector aún no ha interiorizado del todo cómo afecta el cambio climático a nuestros edificios y ciudades. El primer paso es seguir formando equipos de profesionales enteros, sobre qué es, cómo nos tenemos que adaptar y qué podemos hacer para mitigar más cambios en el futuro.
Los cambios estructurales en el clima del planeta nos afectan en la temperatura y la humedad ambiental y, por lo tanto, a la sensación de confort y la disponibilidad de recursos naturales como el agua o las zonas verdes.
Esos cambios nos afectarán directamente en nuestro sector con nuevas normativas, escasez de agua, entornos más calurosos, tener que utilizar otros materiales, un incremento de costes y unas exigencias diferentes por parte de los compradores.
Por lo tanto, el sector tiene que pensar en otro producto (mejor aislado, menos contaminante, más compacto, con más zonas verdes, …) para asegurar que el cliente tenga una vivienda u oficina confortable para los próximos 50 años.
Tiene una responsabilidad en frenar el cambio climático para que no tengamos que cambiar tanta normativa en las próximas décadas, o formar a los profesionales, o buscar nuevos materiales. Nos podemos facilitar la vida, como sector, optando por materiales que no emitan más CO2 y que no deterioran la biodiversidad.
Hay que reducir la creación de muchas nuevas infraestructuras, la extensión de las ciudades o infraestructuras, porque solo se pueden hacer con materiales muy contaminantes en materia del cambio climático. Es necesario aprovechar lo que ya está construido y mejorarlo. Esto implica renovar las ciudades.
¿Se están aplicando con suficiente rapidez los criterios de la economía circular en la edificación?
B.S: Los criterios de economía circular se basan en el concepto de crear valor para el futuro y reducir el daño del presente. Para muchos inversores el valor en el futuro no es suyo, porque salen antes del proceso, y como los daños del presente no se reflejan en los precios de los materiales no es un criterio de calidad para ellos. Seguimos en una economía lineal.
¿Qué peso están ganando las certificaciones de sostenibilidad dentro de la toma de decisiones de los inversores?
B.S: Las certificaciones están ganando peso en su implementación, pero más bien porque es una exigencia en las políticas ESG de los fondos de inversión, no porque se utilicen los datos o se tomen decisiones iniciales en temas de sostenibilidad para reducir los impactos.
Desde GBCE estimulamos el uso de las metodologías de certificación, pero en primer lugar para que sean instrumentos de gestión y de diseño. Las metodologías GBCE-VERDE, DGNB o GBCE-Taxonomía acompañan a las empresas en la toma de decisiones y al final del proceso se puede optar por la certificación de los resultados.
Se está viendo un cambio en la valoración de los sistemas de certificación por las nuevas políticas europeas. Sistemas como HQE, DGNB, GBCE-VERDE u otros sellos europeos se adaptan a las exigencias de los marcos europeos de Levels o la Taxonomía Financiera. Los sellos de origen más anglosajones, como LEED o BREEAM, no tienen esa adaptación como prioridad. El resultado es una dificultad añadida para el mercado: se opta por una visión más de contenido, de reducción de impactos, o se opta por una visión más de marca y posicionamiento mercantil.
¿Qué dudas sigue planteando la implantación de las nuevas normas que vienen de Europa?
B.S: Cualquier nueva norma o reglamento es incómodo para una industria o un sector. Conlleva formación, nuevos documentos, otras exigencias, cambio de valores de referencias para hacer los cálculos. Siempre requiere tiempo de adaptación.
La implementación de la nueva EPBD nos va a incomodar hasta 2030 o más. La Taxonomía Financiera ya es una molestia desde hace un año, pero en dos o tres años se va a considerar que algo normal y vamos a ver los resultados. Se van a financiar más productos sostenibles porque se mide y se premia la reducción de los impactos.
“Una cantidad considerable de los activos actuales
van a tener que se ser renovados para tener
valor en el mercado”
¿Qué dificultades sigue habiendo para obtener datos precisos y transparentes en materia de eficiencia energética?
B.S: Si hablamos sobre la eficiencia energética en fase de uso de los edificios, el mayor obstáculo es la obtención de datos de consumos reales. La protección de datos impide que se pueda aprender de las fases de uso para mejorar la toma de decisiones en la fase de proyecto.
Los certificados de eficiencia energética en este momento tampoco arrojan datos muy fiables del comportamiento real de los edificios. Esperamos que la nueva EPBD conlleve una mejora del conocimiento del comportamiento energético del mercado.
¿A qué achaca que en general se esté avanzando con más retraso del esperado para alcanzar los objetivos de descarbonización para 2030 y 2050?
B.S: Cumplir con los objetivos de la descarbonización implican cambios muy profundos en nuestra sociedad. Todo lo que hemos creado en la era industrial está basado en el consumo de energía fósil. No hay ningún producto o actividad empresarial libre de consumo energético: el transporte, el acondicionamiento de las oficinas, la producción de materiales, el procesado de productos alimenticios... Para cambiar toda esa cadena de valor eso requiere un cambio de mentalidad, de tecnología, de procesos productivos. Y para conseguir esos cambios hace falta activar muchas palancas: la regulación, la financiación, la formación, la comunicación o la innovación.
Como el sector de la construcción es responsable del 40% de las emisiones de CO2, el cambio en nuestra industria es muy importante. Llevamos en Europa cinco años con una política de descarbonización. Hemos dado grandes pasos, el cambio está en marcha, pero aún falta mucho por hacer y necesitamos cuanto antes datos que muestren que los cambios están dando resultados.
Otro obstáculo en avanzar en la descarbonización es la falta de homogeneidad en las metodologías de cálculo y los valores de referencia para medir la reducción de impactos.
¿Qué riesgos reales existen de que cada vez más activos se queden fuera de mercado por no cumplir la normativa?
B.S: La nueva EPBD va a empujar los estándares de eficiencia energética a otros niveles, de forma que una cantidad considerable de los activos actuales van a tener que se ser renovados para tener valor en el mercado.
Pero quizás seamos capaces de convertir esa transformación en una oportunidad de conseguir cambios más profundos en la sociedad: cambios urbanísticos, innovación en materiales, optimización de infraestructuras de transporte o incremento de la biodiversidad en zonas donde ahora no hay. Las ciudades siempre han sido objeto de grandes transformaciones, sea por movilidad, por salubridad, por destrucción debido a guerras. Quizás ahora estamos delante de una oportunidad de transformación por temas ambientales y calidad de vida.