El COVID-19 servirá para reflexionar sobre las viviendas y las ciudades que queremos

El COVID-19 servirá para reflexionar sobre las viviendas y las ciudades que queremos
Arquitectos participantes en el encuentro SIMAPRO HomeEdition.

Encuentro de SIMAPRO HomeEdition sobre la visión de los arquitectos, que reclaman mayor protagonismo en la definición del desarrollo urbano

¿La era post COVID nos lleva a crear un nuevo concepto de vivienda o, por el contrario, hemos de aprender de modelos que funcionaron en el pasado? ¿Cómo son las viviendas en las que vivimos? ¿Quién define sus características, el arquitecto o el promotor?¿Cómo abordar un urbanismo más flexible y menos encorsetado? Estas son alguna de las cuestiones que se han suscitado durante el undécimo encuentro de SIMAPRO HomeEdition, que organiza Planner Exhibitions. En él han intervenido como ponentes María José Aranguren, de Aranguren+Gallegos Arquitectos; Rafael de La-Hoz, Estudio Rafael de La-Hoz; Carlos Lamela. Estudio Lamela, y Carme Pinós, Estudio Carme Pinós. José Antonio Granero. CGR Arquitectos, ha moderado el coloquio.

Aprender de los buenos ejemplos del pasado

María José Aranguren, ha comenzado su intervención haciendo un elogio de la ciudad. “Nunca desaparecerá. Cambiaremos nuestra manera de relacionarnos, pero esta crisis en algún momento terminará. En cambio, creo que esta pandemia va a impulsar una huida hacia la periferia lejana, no al extrarradio. Y esta tendencia sí será más duradera”. En su opinión, esta situación será un foco de nuevas oportunidades no solo de negocio, sino además de nuevos esquemas urbanísticos, para lo que es necesario “dejarnos guiar por nuevas expectativas y dar la palabra a los más jóvenes, que vienen con otro concepto de ciudad y de movilidad”.

Aranguren no ha ahorrado críticas a la idea de una vivienda post COVID-19 tan en boga. “¿Qué pasa? ¿Vamos a tener que hacer un concepto de vivienda adaptado a cada nuevo virus? Pues no. Tenemos que hacer buenas viviendas, como siempre se han hecho. Tenemos que aprender mucho de la arquitectura de los años cincuenta”, En su argumentación, la arquitecta ha mencionado los ejemplos del madrileño Barrio de Salamanca, con sus casas “de portales espaciosos, sus piezas amplias y profundas y con unas azoteas pensadas para los niños”. Para Aranguren, la clave no está en inventar, sino en recuperar lo que ya está inventado y funciona. “Necesitamos que las promotoras confíen en nosotros, los arquitectos, que nos dejen avanzar un paso más allá en el concepto de vivienda”, ha dicho.

María José Aranguren también ha lamentado la obsesión de las administraciones con los códigos técnicos, que, más que ayudar, en su opinión solo ponen obstáculos. “Tenemos un código técnico de la edificación inspirado en los países nórdicos y no mediterráneos. Ellos necesitan estanqueidad y nosotros ventilar. Tenemos que dar marcha atrás y hacer una arquitectura más ecológica y eficiente. Y este es un buen momento para que los arquitectos tomemos las riendas de esta vuelta a una arquitectura racional”.

Por su parte, Carlos Lamela ha insistido en el hecho de que esta pandemia es una llamada de atención a la reflexión. “Somos más vulnerables de lo que pensábamos y cualquier problema que surge, por pequeño que sea, acaba convirtiéndose en global”, ha dicho. En este sentido, Lamela ha lamentado que Madrid haya perdido “en los últimos treinta años numerosas oportunidades para hacer un modelo de ciudad viable. El último acierto fue el ensanche de la Castellana”.

Al igual que Aranguren, Carlos Lamela cree que en el mundo de la vivienda todo está inventado. “Es muy difícil innovar, pero para hacer un buen proyecto se necesita un buen arquitecto y un buen promotor”. En su opinión esta situación ha mejorado notablemente en los últimos años, no solo por la mejora en la formación de los promotores, sino también por el acceso a este gremio de “numerosos arquitectos, que aportan una visión de la vivienda completamente diferente”. Pasos hacia adelante que, sin embargo, se ven dificultados por una burocracia asfixiante. “No podemos tener un plan general de urbanismo que ni siquiera cabe en una habitación y que es el causante de nuestro desastroso modelo de ciudad. En otros países, este plan cabe en una A4. Hay que simplificar y, sobre todo, tener más sentido común”, ha exigido Lamela.

Más protagonismo del arquitecto

Las reflexiones de Carme Pinós se han centrado en la crítica de un modelo económico que, en su opinión, “es el verdadero causante de la situación a la que hemos llegado”. Para Pinós, resulta imprescindible replantearse “críticamente” este modelo. “La autorregulación del mercado es una falacia”, ha afirmado. Como todo, esta arquitecta ve aspectos positivos en la actual crisis. “Ha puesto de manifiesto que sin colaboración entre todos no hay solución. El enemigo está afuera y no es hora de mirarse el ombligo”.

Pinós no ha querido dejar pasar la oportunidad para poner en valor la figura del arquitecto, en línea con lo expuesto por Aranguren. “Ahora parece que el arquitecto es mucho más cómplice del mercado, a pesar de que las ordenanzas estén basadas en una desconfianza absoluta hacia él”, ha dicho. Es esta situación, en su opinión, la que está dificultando la realización de más vivienda social en España, ya que “la ingente normativa nos encorseta”.

Aun así, para esta arquitecta lo esencial no es solucionar el problema de la vivienda, sino el de los barrios. “Nuestro compromiso tiene que consistir en configurar los espacios públicos y no únicamente los privados”. En este sentido, Carme Pinós ha lamentado la excesiva mercantilización a la que está sometida la vivienda. “Antes, el inmueble pertenecía al promotor y era parte de su patrimonio. Sin embargo, hoy en día, el promotor se deshace inmediatamente de su producto y esta situación tiene consecuencias tanto en su diseño como en su calidad”.

Menos regulación

Rafael de La-Hoz ha centrado su intervención en las ciudades, para señalar una curiosa contradicción. “Admiramos todo lo que no construimos. Admiramos Barcelona, pero nuestras ciudades se construyen según el modelo urbanístico de Dallas”, ha afirmado. Este arquitecto ha sido también muy crítico con el papel que el Estado juega en la definición de las ciudades y de su renovación urbanística. “Necesitamos menos Estado y menos regulación”, ha aseverado. No obstante, Rafael de La-Hoz cree que esta pandemia lo que nos va a traer “es más Estado, pero con menos regulación. Y esta idea me encanta. Ya estamos empezando a verlo con la eliminación de algunas licencias en Madrid”, ha apuntado, no sin ocultar ciertas reservas. “Lamentablemente, el dinero destinado a la vivienda no es rentable electoralmente porque sus réditos tardan en ser visibles. Quizás esto explique el hecho de que todavía no haya ningún organismo dedicado a supervisar a qué se va a dedicar el dinero que la Unión Europa nos va a conceder para llevar a cabo unas políticas más activas en materia de vivienda”, ha concluido.